¿Sabías que…

El sismógrafo más antiguo del mundo utilizaba dragones y sapos en vez de agujas y péndulos?

Ocho dragones, representando la fuerza de la Tierra, sostienen ocho bolas de bronce con la boca. Al percibir un terremoto las dejan caer a la base del sismógrafo donde ocho sapos, el animal más sensible a los movimientos sísmicos, esperan con la boca abierta. Así era el primer sismógrafo, construido hace más de 2.000 años. Hoy, desde la zona volcánica de Cataluña, tierra de sismos, detectamos movimientos comunitarios en los territorios rurales, y con una versión del antiguo sismógrafo nos disponemos a analizar las posibilidades que estos movimientos pueden generar en el territorio.